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Yo no quiero, un poema de Lope de Vega
Ya no quiero más bien que sólo amaros,
ni más vida, Lucinda, que ofreceros
la que me dais, cuando merezco veros,
ni ver más luz que vuestros ojos claros.
Para vivir me basta desearos,
para ser venturoso, conoceros,
para admirar el mundo, engrandeceros,
y para ser Eróstrato, abrasaros,
La pluma y lengua, respondiendo a coros,
quieren al cielo espléndido subiros,
donde están los espíritus más puros;
que entre tales riquezas y tesoros,
mis lágrimas, mis versos, mis suspiros,
de olvido y tiempo vivirán seguros.
Lucinda, soneto V de Lope de Vega
Génesis, un poema de José Hierro
En el principio era el amor.
Cuando el alba buscaba un dueño.
Cuando todas las criaturas
llevaban sus cuerpos desiertos.
En el principio era el amor.
En todo tenía su reino.
La noche entera era el latido
de tan hondo enamoramiento.
El amor y las almas, juntos
fueron creando el Universo.
Las almas fueron su metal.
El amor su mágico fuego.
En el principio era el amor.
Los cuerpos estaban desiertos,
y cada cuerpo buscó un alma
que lo tuviera prisionero.
Para el cuerpo, recién nacido
de la noche, todo fue nuevo.
Ignoró, por no entristecerse,
que el alma tenía recuerdos.
En el principio era el amor.
José Hierro
Existian tus manos, poema de Antonio Gamoneda
Existían tus manos
Un día el mundo se quedó en silencio;
los árboles, arriba, eran hondos y majestuosos
y nosotros sentíamos bajo nuestra piel
el movimiento de la tierra.
Tus manos fueron suaves en las mías
y yo sentí la gravedad y la luz
y que vivías en mi corazón.
Todo era verdad bajo los árboles,
todo era verdad. Yo comprendía
todas las cosas como se comprende
un fruto con la boca, una luz con los ojos.
Poema de Antonio Gamoneda
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Gracias a todos ellos, que han participado libremente en la web, ocupan un lugar de honor en este espacio literario romántico, que es de todos aquellos que se sienten enamorados y de todos aquellos a los que les gusta leer y escuchar poemas de amor.
Te invitamos a participar libremente enviando tus poesías de amor. Le ponemos nuestra voz a tus versos de amor
Cuando amas, de César Simón
Permanece en silencio cuando amas.
Escucha al fondo
la vastedad de la respiración,
la gota de agua y el rumor del viento.
Y ven lejos.
Ven, al amor, de lejos.
Desde la noche,
desde el desierto,
arrimado a los muros,
a perecer en él, como acto único
César Simón
El Otoño cruzaba, un poema de Ángel González
las colinas de débiles
temblores. Cada
hoja caída
estremecía toda una montaña.
Leve rumor de luces y de brisas
rodaba por el valle, se acercaba.
Los pájaros dejaban bruscamente
temblorosas las ramas
cayéndose hacia el cielo, arrebatados
por una fuerza extraña.
Las carnosas ortigas
se apretaban
como un rebaño
inquieto. Levantaban del agua
su cabeza, los juncos.
Las verdinegras zarzas
se crecían.
Imperceptibles, más delgadas
por la tensa postura de su espera
las hierbas, anhelantes…
Tú llegabas,
y una amarilla paz de hojas caídas
reponía el silencio a tus espaldas.
El otoño cruzaba de Ángel González
Palabras para Julia de José Agustín Goytisolo
Tú no puedes volver atrás
porque la vida ya te empuja
como un aullido interminable.
Hija mía es mejor vivir
con la alegría de los hombres
que llorar ante el muro ciego.
Te sentirás acorralada
te sentirás perdida o sola
tal vez querrás no haber nacido.
Yo sé muy bien que te dirán
que la vida no tiene objeto
que es un asunto desgraciado.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
La vida es bella, ya verás
como a pesar de los pesares
tendrás amigos, tendrás amor.
Un hombre solo, una mujer
así tomados, de uno en uno
son como polvo, no son nada.
Pero yo cuando te hablo a ti
cuando te escribo estas palabras
pienso también en otra gente.
Tu destino está en los demás
tu futuro es tu propia vida
tu dignidad es la de todos.
Otros esperan que resistas
que les ayude tu alegría
tu canción entre sus canciones.
Entonces siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti
como ahora pienso.
Nunca te entregues ni te apartes
junto al camino, nunca digas
no puedo más y aquí me quedo.
La vida es bella, tú verás
como a pesar de los pesares
tendrás amor, tendrás amigos.
Por lo demás no hay elección
y este mundo tal como es
será todo tu patrimonio.
Perdóname no sé decirte
nada más pero tú comprende
que yo aún estoy en el camino.
Y siempre siempre acuérdate
de lo que un día yo escribí
pensando en ti como ahora pienso.
José Agustín Goytisolo, palabras para Julia.
Amor tardío, un poema de José Ángel Buesa
Amor tardío
Poema de José Ángel Buesa
Tardíamente, en el jardín sombrío,
tardíamente entró una mariposa,
transfigurando en alba milagrosa
el deprimente anochecer de estío.
Y, sedienta de miel y de rocío,
tardíamente en el rosal se posa,
pues ya se deshojó la última rosa
con la primera ráfaga de frío.
Y yo, que voy andando hacia el poniente,
siento llegar maravillosamente,
como esa mariposa, una ilusión;
pero en mi otoño de melancolía,
mariposa de amor, al fin del día,
qué tarde llegas a mi corazón…
Poema de amor de José Ángel Buesa
Sois si queréis, un poema de Carmen Albert
Soy si queréis
agua de nieve derretida,
el esfuerzo del blanco que el milagro sorprende,
o una ilusoria faz que sonríe
en los estanques.
Soy si queréis
un beso de amapolas
o esa flor que resbala en la solapa.
Puedo ser credo que atisba sus rubores
en la canción que muere,
o el cuento absurdo
que nadie se tomó la molestia de inventar.
Y quiero ser
un jueves florecido de ternuras,
porque me sobra el jugo de semillas
en las palmas calientes de las manos,
desde que Dios
– sin consultar mi alma-
posó en mi corazón un nombre:
Carmen.
Y me prestó una marioneta
para ensayar mi historia.
Carmen Albert. 1986
Canción de la lluvia de José Ángel Buesa
Acaso está lloviendo también en tu ventana;
acaso esté lloviendo calladamente, así.
Y mientras anochece de pronto la mañana,
yo sé que, aunque no quieras, vas a pensar en mí.
Y tendrá un sobresalto tu corazón tranquilo,
sintiendo que despierta su ternura de ayer.
Y, si estabas cosiendo, se hará un nudo en el hilo,
y aún lloverá en tus ojos, al dejar de llover.
Poema de amor de José Ángel Buesa
La lluvia, poema de Ángel González
No; la lluvia no te moja:
te resbala.
Tienes la piel de aceite, amada mía.
Ungida con aceite, perfumada.
Todo lo ha traspasado de ternura
la lengua transparente de las aguas.
Un vapor dulce, como el aliento
de un buey, cálidamente exhalan
los árboles.
Gotas largas,
romo alfileres líquidos,
brillan al primer sol de la mañana.
La lluvia que ha mojado tus cabellos
no ha mojado tu cuerpo ni tu cara.
Poema de Ángel González
Fuga, un poema de Manuel Altolaguirre
Al ver por dónde huyes
dichoso cambiaría
las sendas interiores de tu alma
por las de alegres campos.
Que si tu fuga fuera
sobre verdes caminos
y sobre las espumas,
y te vieran mis ojos,
seguirte yo sabría.
No hacia dentro de ti,
donde te internas,
que al querer perseguirte
me doy contra los muros de tu cuerpo.
No hacia dentro de ti,
porque no estemos:
tú, pálida, escondida,
yo como ante una puerta
ante tu pecho frío.
Poema romántico de Manuel Altolaguirre
Te dije, poema de Josefina de la Torre
Te dije aquella palabra
porque la sentí de pronto inesperada
y la cogí en los labios intacta.
Tuve un momento de duda de tu mirada
pero aquella palabra
¡qué caprichoso juego de tenaces instantes
me dejaba estaba!
Estaba aquí segura entre los dientes
Clara, libre de la garganta.
Tú te quedaste absorto contemplándola.
Te dije, Poema de Josefina de la Torre
Las colegialas, poema de amor de Manuel Pacheco
Las colegialas sueñan
el color de unas manos.
Cantan sus pechos
sus caderas y sus brazos.
Les crecen flores extrañas
en sus íntimos triángulos.
Apenas luz de una sombra
en sus muslos apretados.
Las colegialas huelen
a cantos de canarios.
Poema de amor de Manuel Pacheco
La Pareja, poema de Leopoldo de Luis
Tenerte cerca. Hablarte.
Y besarte en silencio.
Y sentir el contacto
caliente de tu cuerpo.
Sentir que vives, trémula,
aquí, contra mi pecho.
Que mis brazos abarcan
tus límites perfectos.
Que tu piel electriza
las yemas de mis dedos.
Que la vida se ahoga
en el hilo de un beso.
Que así, en la sombra, a tientas,
bajo la noche, ciegos,
topándonos a oscuras
mientras todo es silencio,
nos amamos y somos
casi dioses, rugiendo.
Vuelvo a palpar tu carne,
vuelvo a besarte, vuelvo
a estrecharte en la sombra
ciega contra mi pecho.
Vuelvo a sentir tu vida
trémulamente. siento
que el desamparo pone
su soledad, su cerco,
en torno de nosotros.
El mundo está desierto.
Mudo. Tú y yo arrojados
a un destino violento,
aquí, sobre la tierra,
abrazándonos ciegos.
Y entonces te recojo,
te amparo, te sujeto,
pequeña, débil, mía,
cobijada en mi aliento,
sostenida en mis brazos,
cubierta con mis besos.
Pero mi pequeñez
en seguida comprendo.
Mi inútil protección,
castillo sin cimientos,
rueda deshecha frente
al enorme Universo.
¡Qué poco puede el hombre!
Y me refugio en medio
de tanta soledad
en tu caliente cuerpo,
para que entre tus brazos
me mezas con tu tierno
amor. Niño asustado,
busco tu amor materno.
Los dos en la tiniebla
abrazados, pequeños,
frente a la eternidad,
lloramos en silencio.
La noche continúa
mudamente cubriéndonos.
Poema de Leopoldo de Luis
En los ecos, poema de Rosalía de Castro
en el fulgor de un astro o en la gota de lluvia,
te adivinaba en todo y en todo te buscaba,
sin encontrarte nunca.
Quizás después te ha hallado, te ha hallado y te ha perdido
otra vez, de la vida en la batalla ruda,
ya que sigue buscándote y te adivina en todo,
sin encontrarte nunca.
Pero sabe que existes y no eres vano sueño,
hermosura sin nombre, pero perfecta y única;
por eso vive triste, porque te busca siempre
sin encontrarte nunca.
II
Yo no sé lo que busco eternamente
en la tierra, en el aire y en el cielo;
yo no sé lo que busco, pero es algo
que perdí no sé cuándo y que no encuentro,
aun cuando sueñe que invisible habita
en todo cuanto toco y cuanto veo.
Felicidad, no he volver a hallarte
en la tierra, en el aire ni en el cielo,
¡aun cuando sé que existes
y no eres vano sueño!
Rosalía de Castro
Poema de amor de Pedro Salinas: «La voz a ti debida»
Poemas de amor recitados. Poesías de amor. Poemas de la Generación del 27
Aquí
Poema de amor de Pedro Salinas
Aquí
poemas de amor recitados de Pedro Salinas
Me quedaría en todo
lo que estoy, donde estoy.
Quieto en el agua quieta;
de plomo, hundido, sordo
en el amor sin sol.
¡Qué ansia de repetirse en esto que está siendo!
¡Qué afán de que mañana
sea
nada más que llenar
otra vez al tenderte
ese hueco que deja
hoy exacto en la arena
tu cuerpo!
Ni futuro, ni nuevo
el horizonte. Esto
apretado y estrecho:
tela, carne y el mar.
Nada promete el mundo:
lo da, lo tengo ya.
Nunca me iré de ti
por el viento, en las velas,
por el alma cantando,
ni por los trenes, no.
Si me marcho será
que estoy
viviendo contra mí.
Pedro Salinas, poema romántico recitado
Poemas de amor
Vigilo al viento,
las nubes son mi ventana
donde te veo y te siento.
Vigilo al viento,
mueve la marea
de otros días de soledad,
de mi sed de amar.
Vigilo al viento ,
le presto el pañuelo
de tu amargo pelo,
carretera de nubes;
y se vuelve y se peina,
me abraza como tu falda,
me toma de la mano
y cabalga sobre nubes de nácar.
Vigilo al viento
para que me lleve
a devolver la cinta
de tu pelo pasajero,
y a decirte te quiero.
Poema recitado de Jesús Ángel Morato. 2009
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