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Cielo, viento y sueño
son tus labios de terciopelo.
Viento, sueño y cielo
como tus ojos enamorados
de la brisa,
de la mañana,
de la tarde y de mi mirada.
En el viento dos pétalos
jugaban con el cielo.
Por el cielo van las tardes
que volaron con tu recuerdo.
Sueño con tus labios
vivo en tu regazo.
Como las mañanas de marzo
te contemplo despacio
eres mi retrato eterno.
Por el cielo dos pétalos
juegan con tu recuerdo.
Cielo, viento y sueño
son tus labios de terciopelo.
Sueño con tus labios
y vivo en tu recuerdo.
Te abrazaría, créeme, te besaría, te daría calor, te adoraría. Haría algo que es más difícil: tratar de comprenderte.
Y te comprendería te comprendo ya, créelo. Nos va enseñando tanto la vida... Nos enseña por qué un hombre ve rota su voluntad, y sueña, y vive solitario; por qué va a la deriva en el témpano errante arrancado a la costa, y se deja morir mientras mira impasible cómo se hunden los suyos, la carne de su carne, su hermoso mundo...
Pero esta noche, un poema de José Hierro.
Si te quiero
Si te quiero, no es porque te lo digo :
es porque me lo digo y me lo dicen.
El decírtelo a ti ¡ qué poco importa
a esa pura verdad que es en su fondo
quererte ! Me lo digo,
y es como un despertar de un no decirlo,
como un nacer desnudo,
el decirlo yo solo, sin designio
de que lo sepa nadie, tú siquiera. Me lo dicen
el cielo y los papeles tan en blanco,
las músicas casuales que se encuentran al abrir los secretos de la noche.
Si me miro en espejos
no es mi faz lo que veo, es un querer.
El mundo,
según lo voy atravesando,
que te quiero me dice,
a gritos o en susurros.
Y algunas veces te lo digo a ti,
pero nunca sabrás que ese "te quiero"
sólo signo es, final, y prenda mínima;
ola, mensaje — roto al cabo,
en son, en blanca espuma —
del gran querer callado, mar total.
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
.
Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
.
Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
.
Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
.
Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
.
Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
.
Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú me oigas como, quiero que me oigas.
.
El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas,
sangre de viejos súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
.
Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas
un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
.. Poesía de amor de
Pablo Neruda
Ausencia
de amor
Cómo será
pregunto.
Cómo será tocarte
a mi costado.
Ando de loco por
el aire
que ando que no
ando.
Cómo será
acostarme
en tu país de
pechos tan lejano.
Ando de pobre
cristo a tu recuerdo
clavado,
reclavado.
Será ya como sea.
Tal vez me
estalle el cuerpo todo lo que he esperado.
Inclinado
en las tardes tiro mis tristes redes
a tus ojos oceánicos.
Allí se estira y arde en la más alta hoguera
mi soledad que da vueltas los brazos como un
náufrago.
Hago rojas señales sobre tus ojos ausentes
que olean como el mar a la orilla de un faro.
Solo guardas tinieblas, hembra distante y mía,
de tu mirada emerge a veces la costa del espanto.
Inclinado en las tardes echo mis tristes redes
a ese mar que sacude tus ojos oceánicos.
Los pájaros nocturnos picotean las primeras estrellas
que centellean como mi alma cuando te amo.
Galopa la noche en su yegua sombría
desparramando espigas azules sobre el campo.
Te amé en el pasado incierto,
Cuando no tenía ni esperanza.
Te amé en el pasado muerto,
Cuando había perdido la confianza.
Te amé sobre toda indiferencia,
Cuando solo me amparaba tu silencio.
Te amé hasta perderme en la inconsciencia,
Basado en un amor casi ya muerto.
Te amé cuando tu amor fue ajeno,
Y sentía mi alma destrozada.
Te amé como el suicida ama el veneno,
Que le quita su vida marchitada.
Hoy te amo en el presente amada mía,
Porque ahora permaneces a mi lado.
Te amo como el sediento al agua fría
Para apagar su sed hasta saciarlo.
Te amo porque me has devuelto la esperanza,
De la vida que para mi era indiferente.
Te amo porque me has devuelto la confianza,
Para amarte por siempre hasta la muerte.
Te amo por ser luz a mi vida ya apagada,
Te amo por dar vida a mi alma marchitada.
Te amo por encender la llama de mi alma
El alma que día a día se apagaba y que ahora grita que te ama
Pero también te amaré aunque los años pasen,
Porque haces vibrar mi alma, que hasta mis venas arden;
Te amaré porque te llevo dentro,
Siempre lo haré, como en aquel primer encuentro.
Te amaré aunque se esfume tu belleza,
Te amaré porque disipas mi tristeza,
Te amaré como los peces aman el mar,
Como aquel gran día, cuando te llevé al altar
Te amaré por siempre bella dama,
Te amaré porque se que tu también me amas,
Te amaré no importa lo que pase.
Porque tu amor y el mío cada día renace,
Por eso y mucho más, ¡siempre te amare!
Retorna aquel paisaje enloquecido:
un cuerpo desnudo,
las olas golpeándose furiosas,
el bosque incendiado,
la fatigada hierba
y la brisa ondulada
sobre el pálido rostro colegial.
¡Mira! Vuelve a gemir la tierra:
un engendro de brazos,
con el rostro uniforme,
mutilados los labios.
Beso tras los cristales
la cara entristecida de la nieve.
Sí, sé que todo está lejos,
que todo quedó enterrado
en un valle invertido.
Tararea el viento, conmigo, una canción común.
Sigue por la pendiente,
déjate llevar por la pendiente...
¡Oh, de nuevo, cautivo de mi misma miseria!
¿Por qué será que no estamos juntos?,
¿a qué se debe que estemos separados?,
si sé bien de la forma en que te amo,
Si supieras que cerrando los ojos te veo
o estirando mis brazos te toco
o deseando tu boca te beso
seguro piensas que debo estar loco.
Pero es que estás tan clavada en mi pecho
como si fueras una extraña daga
que por momentos suave me acaricia
y por momentos fuertemente me daña.
Por eso te pido ahora niña mía
que luches contra todo lo que te lastima
no importa que mi camino sea errante
solo quiero ver en tu rostro alegría
No dejes que manejen tu destino
no permitas que te usen, no desistas
nadie es dueño de tus sueños e ilusiones
goza y sufre tú, esta es tu vida.
Yo voy a optar por guardarte,
te quedaras para siempre en mi alma
y si alguna vez algo te turba,
búscame y sabrás quien siempre te ama.
Entre mi amor y yo han de levantarse
trescientas noches como trescientas paredes
y el mar será una magia entre nosotros.
No habrá sino recuerdos.
Oh tardes merecidas por la pena,
noches esperanzadas de mirarte,
campos de mi camino, firmamento
que estoy viendo y perdiendo...
Definitiva como un mármol
entristecerá tu ausencia otras tardes.
Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza
porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro
porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
Ven, reina de los besos, flor de la orgía,
amante sin amores, sonrisa loca...
Ven, que yo sé la pena de tu alegría
y el rezo de amargura que hay en tu boca.
Yo no te ofrezco amores que tú no quieres;
conozco tu secreto, virgen impura;
Amor es enemigo de los placeres
en que los dos ahogamos nuestra amargura.
Amarnos... ¡Ya no es tiempo de que me ames!
A ti y a mí nos llevan olas sin leyes.
¡Somos, a un mismo tiempo, santos e infames;
somos, a un tiempo mismo, pobres y reyes!
¡Bah! Yo sé que los mismos que nos adoran
en el fondo nos guardan igual desprecio.
Y justas son las voces que nos desdoran...
Lo que vendemos ambos no tiene precio.
Así, los dos: tú, amores, yo poesía,
damos por oro a un mundo que despreciamos...
¡Tú, tu cuerpo de diosa; yo, el alma mía!...
Ven y reiremos juntos mientras lloramos.
Joven quiere en nosotros Naturaleza
hacer, entre poemas y bacanales,
el imperial regalo de la belleza,
luz, a la oscura senda de los mortales.
¡Ah! Levanta la frente, flor siempre viva,
que das encanto, aroma, placer, colores...
Diles, con esa fresca boca lasciva...,
¡que no son de este mundo nuestros amores!
Igual camino en suerte nos ha cabido,
un ansia igual nos lleva que no se agota,
hasta que se confundan en el olvido,
tu hermosura podrida, mi lira rota.
Crucemos nuestra calle de la Amargura
levantadas las frentes, juntas las manos...
¡Ven tú conmigo, reina de la hermosura!
¡Hetairas y poetas somos hermanos!
¿Cómo sería la lluvia
si no fuera de aroma,
de recuerdo,
de nube,
de color
y de llanto?
¿Cómo se oiría la lluvia,
si no brillara intensa,
pálida,
azul,
violeta,
relámpago,
arco iris
de olores y esperanzas?
¿Cómo daría la lluvia su olor,
su gris perfume,
si no fuera aquel ritmo,
aquella voz,
el canto,
eco lejano,
el viento,
una escala de ensueños?
¿Cómo sería la lluvia,
si no fuera su nombre?
Me gustas cuando callas porque estás como
ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.
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