Selección de los
mejores poemas de amor de diversos autores.
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Vicente
Aleixandre. Nacimiento del amor.
¿Cómo nació el amor? fue ya en otoño.
Maduro el mundo,
no te aguardaba ya. Llegaste alegre,
ligeramente rubia, resbalando en lo blando
del tiempo. Y te miré. ¡Qué hermosa
me pareciste aún, sonriente, vívida,
frente a la luna aún niña, prematura en la tarde,
sin luz, graciosa en aires dorados; como tú,
que llegabas sobre el azul, sin beso,
pero con dientes claros, con impaciente amor! |
Agustín
García Calvo. Libre te quiero
Libre te quiero
como arroyo que brinca
de peña en peña,
pero no mía.
Grande te quiero
como monte preñado
de primavera,
pero no mía.
Buena te quiero
como pan que no sabe
su masa buena,
pero no mía.
Alta te quiero
como chopo que al cielo
se despereza,
se despereza,
pero no mía.
Blanca te quiero
como flor de azahares
sobre la tierra,
pero no mía.
Pero no mía
ni de Dios ni de nadie
ni tuya siquiera.
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Ángel
González. Cumpleaños del amor.
¿Cómo seré yo
cuando no sea yo?
Cuando el tiempo
haya modificado mi estructura,
y mi cuerpo sea otro,
otra mi sangre,
otros mis ojos y otros mis cabellos.
Pensaré en ti, tal vez.
Seguramente,
mis sucesivos cuerpos
—prolongándome, vivo, hacia la muerte—
se pasarán de mano en mano,
de corazón a corazón,
de carne a carne,
el elemento misterioso
que determina mi tristeza
cuando te vas,
que me impulsa a buscarte ciegamente,
que me lleva a tu lado
sin remedio:
lo que la gente llama amor, en suma.
Y los ojos
-qué importa que no sean estos ojos-
te seguirán a donde vayas, fieles.
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Claudio
Rodríguez. Mientras tú duermes.
Cuando tú duermes
pones los pies muy juntos,
alta la cara y ladeada, y cruzas
y alzas las rodillas, no astutas todavía;
la mano silenciosa en la mejilla izquierda
y la mano derecha en el hombro que es puerta
y oración no maldita.
Qué cuerpo tan querido,
junto al dolor lascivo de su sueño,
con su inocencia y su libertad,
como recién llovido.
Ahora que estás durmiendo
y la mañana de la almohada,
el oleaje de las sábanas,
me dan camino a la contemplación,
no al sueño, pon, pon tus dedos
en los labios,
y el pulgar en la sien,
como ahora. Y déjame que ande
lo que estoy viendo y amo: tu manera
de dormir, casi niña,
y tu respiración tan limpia que es suspiro
y llega casi al beso.
Te estoy acompañando. Despiértate. Es de día.
Mas
poemas de amor de Claudio Rodríguez
|
Mario
Benedetti. Hagamos un trato.
Compañera
usted sabe
que puede contar
conmigo
no hasta dos
ni hasta diez
sino contar
conmigo.
Si alguna vez
advierte
que la miro a los ojos
y una veta de amor
reconoce en los míos
no alerte sus fusiles
ni piense qué delirio
a pesar de la veta
o talvez porque existe
usted puede contar
conmigo.
Si otras veces
me encuentra
huraño sin motivo
no piense qué flojera
igual puede contar
conmigo.
Pero hagamos un trato
yo quisiera contar
con usted
es tan lindo
saber que usted existe
uno se siente vivo
y cuando digo esto
quiero decir contar
aunque sea hasta dos
aunque sea hasta cinco
no para que acuda
presurosa en mi auxilio
sino para saber
a ciencia cierta
que usted sabe
que puede
contar conmigo.
Otros
poemas de amor de Benedetti
|
Alfonsina
Storni. Dos palabras.
Esta noche al oído me has dicho dos
palabras
Comunes. Dos palabras cansadas
De ser dichas. Palabras
Que de viejas son nuevas.
Dos palabras tan dulces que la luna que andaba
Filtrando entre las ramas
Se detuvo en mi boca. Tan dulces dos palabras
Que una hormiga pasea por mi cuello y no intento
Moverme para echarla.
Tan dulces dos palabras
?Que digo sin quererlo? ¡oh, qué bella, la vida!?
Tan dulces y tan mansas
Que aceites olorosos sobre el cuerpo derraman.
Tan dulces y tan bellas
Que nerviosos, mis dedos,
Se mueven hacia el cielo imitando tijeras.
Oh, mis dedos quisieran
Cortar estrellas.
Alfonsina Storni: Soy esa flor
sa flor
Tu vida es un gran
río, va caudalosamente,
A su orilla,
invisible, yo broto dulcemente.
Soy esa flor
perdida entre juncos y achiras
Que piadoso
alimentas, pero acaso ni miras.
Cuando creces me
arrastras y me muero en tu seno,
Cuando secas me
muero poco a poco en el cieno;
Pero de nuevo
vuelvo a brotar dulcemente
Cuando en los días
bellos vas caudalosamente.
Soy esa flor
perdida que brota en tus riberas
Humilde y
silenciosa todas las primaveras.
Poemas románticos de Alfonsina Storni
|
José Agustín
Goytisolo. Se pierde
Amar es un revuelo
es halago en el aire:
se pierde como el eco
de un disparo en el valle.
Los amantes quisieran
dilatar su caricia
pero amar es destello
en la noche infinita.
Después el gran silencio
sonoro de la sombra:
ni inútiles palabras
ni tiempo ni memoria.
Porque amor es el dios
que trueca los caminos
los que con él se encuentran
han de darse a lo efimero.
José Joaquín Goytisolo |
Luis Cernuda.
No intentemos el amor nunca
Aquella noche el mar no tuvo sueño.
Cansado de contar, siempre contar a tantas olas,
quiso vivir hacia lo lejos,
donde supiera alguien de su color amargo.
Con una voz insomne decía cosas vagas,
barcos entrelazados dulcemente
en un fondo de noche,
o cuerpos siempre pálidos, con su traje de olvido
viajando hacia nada.
Cantaba tempestades, estruendos desbocados
bajo cielos con sombra,
como la sombra misma,
como la sombra siempre
rencorosa de pájaros estrellas.
Su voz atravesando luces, lluvia, frío,
alcanzaba ciudades elevadas a nubes,
cielo Sereno, Colorado, Glaciar del infierno,
todas puras de nieve o de astros caídos
en sus manos de tierra.
Mas el mar se cansaba de esperar las ciudades.
Allí su amor tan sólo era un pretexto vago
con sonrisa de antaño,
ignorado de todos.
Y con sueño de nuevo se volvió lentamente
adonde nadie
sabe de nadie.
Adonde acaba el mundo. |
Gabriela
Mistral. Beso que tu boca entregue..
Beso que tu boca entregue
a mis oídos alcanza,
porque las grutas profundas
me devuelven tus palabras.
El polvo de los senderos
guarda el olor de tus plantas
y oteándolas como un ciervo,
te sigo por las montañas...
A la que tú ames, las nubes
la pintan sobre mi casa.
Ve cual ladrón a besarla
de la tierra en las entrañas;
que, cuando el rostro le alces,
hallas mi cara con lágrimas.
Gabriela Mistral : Dame la mano
Dame la mano y
danzaremos;
dame la mano y
me amarás.
Como una sola
flor seremos,
como una flor,
y nada más...
El mismo verso cantaremos,
al mismo paso
bailarás.
Como una
espiga ondularemos,
como una
espiga, y nada más.
Te llamas Rosa y yo Esperanza;
pero tu nombre
olvidarás,
porque seremos
una danza
Gabriela Mistral
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Ernesto Cardenal: Epigramas.
Al perderte yo a ti,
tú y yo hemos perdido:
yo, porque tú eras
lo que yo más amaba,
y tú, porque yo era
el que te amaba más.
Pero de nosotros dos,
tú pierdes más que yo:
porque yo podré
amar a otras
como te amaba a ti,
pero a ti nadie te amará
como te amaba yo.
Muchachas que algún día
leaís emocionadas estos versos
Y soñéis con un poeta
Sabed que yo los hice
para una como vosotras
y que fue en vano.
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Me contaron que estabas enamorada de
otro
y entonces me fue a mi cuarto
y escribí ese artículo contra el Gobierno
por el que estoy preso.
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Tú eres sola entre las multitudes
como son sola la luna
y solo el sol en el cielo. |
Jaime Sabines: Quizás me ves
Quizás me ves,
tal vez, acaso un día,
en una lámpara apagada,
en un rincón del cuarto donde duermes,
soy la mancha, un punto en la pared, alguna raya
que tus ojos, sin ti, se quedan viendo.
Quizás me reconoces
como una hora antigua
cuando a solas preguntas, te interrogas
con el cuerpo cerrado y sin respuesta.
Soy una cicatriz que ya no existe,
un beso ya lavado por el tiempo,
un amor y otro amor que ya enterraste.
Pero estás en mis manos y me tienes
y en tus manos estoy, brasa, ceniza,
para secar tus lágrimas que lloro..
Otros poemas de amor de Jaime Sabines |
Leopoldo de Luis. Tránsito
Como la música del tiempo
suena tu paso próximo. Resbala
tu sombra cual los días en fluyente
transitar por mis surcos, como un agua.
Flotamos en el tiempo, en el continuo
ir del río. Nos lleva. Nos desgasta
lentamente. Nos suena honda en el pecho
la rota frialdad de su cascada.
Fuimos de abril. Teníamos
una luz inefable, como un ala.
Flor o pájaro o nombre
del amor, en el sueño y en la rama.
Fuimos también de mayo. Dulcemente
el mirar como un fruto se doraba
de presagios. Madura y entreabierta
la fresca pulpa en que el besar se abrasa.
El estío nos hizo arena ardiente,
carne encendida de besada playa
donde blancos caballos como espuma
por la sangre de agosto se avalanzan.
Como cuerpos de otoño nos amamos
bajo la luz dulcísima y dorada
y sentimos el cobre de noviembre
de hermosura sonar en nuestras almas.
Cuánto diciembre acude, cuánto enero
cerca del amor, la vida, la esperanza.
Por la nieve tus pasos cómo suenan
a rosas deshojadas.
Somos de tiempo, Soledad y tiempo
nos vuelven sombra y nada.
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Federico García Lorca: Canciones
Nocturnos de la Ventana
1
Alta va la luna.
Bajo corre el viento.
(Mis largas miradas,
exploran el cielo.)
Luna sobre el agua.
Luna bajo el viento.
(Mis cortas miradas,
exploran el suelo.)
Las voces de dos niñas
venían. Sin esfuerzo,
de la luna del agua,
me fui a la del cielo.
2
Un brazo de la noche
entra por mi ventana.
Un gran brazo moreno
con pulseras de agua.
Sobre un cristal azul
jugaba al río mi alma.
Los instantes heridos
por el reloj... pasaban.
Poemas de amor de Lorca
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Pedro Salinas: Tú
Tú
no las puedes besar.
Las beso yo por ti.
Saben; tienen sabor
a los zumos del mundo.
¡Qué gusto negro y denso
a tierra, a sol, a mar!
Se quedan un momento
en el beso, indecisas
entre tu carne fría
y mis labios; por fin
las arranco. Y no sé
si es que eran para mí.
Porque yo no sé nada.
¿Son estrellas, son signos,
son condenas o auroras?
Ni en mirar ni en besar
aprendí lo que eran.
Lo que quieren se queda
allá atrás, todo incógnito.
y su nombre también.
(Si las llamara lágrimas,
nadie me entendería.)
TÚ no las puedes ver
Tú no las puedes ver;
yo, sí.
Claras, redondas, tibias.
Despacio
se van a su destino;
despacio, por marcharse
más tarde de tu carne.
Se van a nada; son
eso no más, su curso.
y una huella, a lo largo,
que se borra en seguida.
¿Astros?
Otros poemas de amor de Salinas |
Jaime Sabines: Tu cuerpo está a mi lado.
Tu cuerpo está a mi lado
fácil, dulce, callado.
Tu cabeza en mi pecho se arrepiente
con los ojos cerrados
y yo te miro y fumo
y acaricio tu pelo enamorado.
Esta mortal ternura con que callo
te está abrazando a ti mientras yo tengo
inmóviles mis brazos.
Miro mi cuerpo, el muslo
en que descansa tu cansancio,
tu blando seno oculto y apretado
y el bajo y suave respirar de tu vientre
sin mis labios.
Te digo a media voz
cosas que invento a cada rato
y me pongo de veras triste y solo
y te beso como si fueras tu retrato.
Tú, sin hablar, me miras
y te aprietas a mí y haces tu llanto
sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.
Y yo vuelvo a fumar, mientras las cosas
se ponen a escuchar lo que no hablamos.
Otros poemas de amor de Jaime Sabines
|
Pedro
Salinas. Si te quiero.
Si te quiero, no es porque te lo digo :
es porque me lo digo y me lo dicen.
El decírtelo à tí ¡ qué poco importa
a esa pura verdad que es en su fondo
quererte ! Me lo digo,
y es como un despertar de un no decirlo,
como un nacer desnudo,
el decirlo yo solo, sin designio
de que lo sepa nadie, tú siquiera. Me lo dicen
el cielo y los papeles tan en blanco,
las músicas casuales que se encuentran al abrir los secretos de la noche.
Si me miro en espejos
no es mi faz lo que veo, es un querer.
El mundo,
según lo voy atravesando,
que te quiero me dice,
a gritos o en susurros.
Y algunas veces te lo digo a ti,
pero nunca sabrás que ese "te quiero"
sólo signo es, final, y prenda mínima;
ola, mensaje — roto al cabo,
en son, en blanca espuma —
del gran querer callado, mar total.
Otros poemas de amor de Salinas
|
José Emilio
Pacheco. Lluvia de Sol
La muchacha desnuda toma el sol
apenas cubierta
por la presencia de las frondas.
Abre su cuerpo al sol
que en lluvia de fuego
la llena de luz.
Entre sus ojos cerrados
la eternidad se vuelve instante de oro.
La luz nació para que el resplandor de este cuerpo
le diera vida.
Un día más
sobrevive la tierra gracias a ella
que sin saberlo
es el sol
entre el rumor de las frondas.
|
Mariano
Brull. El niño y la luna
La luna y el niño juegan
un juego que nadie ve;
se ven sin mirarse, hablan
lengua de pura mudez.
¿Qué se dicen, qué se callan,
quién cuenta una, dos y tres,
y quién, tres, y dos, y uno
y vuelve a empezar después?
¿Quién se quedó en el espejo,
luna, para todo ver?
Está el niño alegre y solo:
la luna tiende a sus pies
nieve de la madrugada,
azul del amanecer;
en las dos caras del mundo
la que oye y la que ve?
se parte en dos el silencio,
la luz se vuelve al revés,
y sin manos, van las manos
a buscar quién sabe qué,
y en el minuto de nadie
pasa lo que nunca fue…
El niño está solo y juega
un juego que nadie ve. |
La Plaza
La plaza tiene una torre,
la torre tiene un balcón,
el balcón tiene una dama,
la dama una blanca flor.
Ha pasado un caballero
-¡quién sabe por qué pasó!-
y se ha llevado la plaza,
con su torre y su balcón,
con su balcón y su dama,
su dama y su blanca flor
Poema romántico de Antonio Machado
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Soledad
Y era un silencio duro como piedra;
un silencio de siglos.
Era un silencio adusto, impenetrable;
un silencio sin venas.
Era un dolor de amor, hecho de largas
noches sin el amado.
Hecho de fieles manos que se tienden
estremecidas, solas.
Era una voz dormida entre las sombras,
unas lágrimas secas.
Febril temblor de labios, una loca esperanza desierta.
Poema romántico de Elena Martín |
Ella
¿No la conocéis? Entonces imaginadla, soñadla. ¿Quién será capaz de
hacer el retrato de la amada?
Yo sólo podría hablaros vagamente de su lánguida figura, de su
aureola triste, profunda y romántica.
Os diría que sus trenzas rizadas sobre la espalda son tan negras que
iluminan en la noche. Que cuando anda,
no parece que se apoya, flota, navega, resbala... Os hablaría de un
gesto muy suyo..., de sus palabras,
a la vez desdén y mimo, a un tiempo reproche y lágrimas, distantes
como en un éxtasis, como en un beso cercanas...
Pero no: cerrad los ojos, imaginadla, soñadla, reflejada en el
cambiante espejo de vuestra alma.
Poema de Gerardo Diego
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Miguel Hernández, Canción del esposo soldado.
He poblado tu vientre de amor y
sementera,
he prolongado el eco de sangre a que respondo
y espero sobre el surco como el arado espera:
he llegado hasta el fondo.
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Morena de altas torres, alta luz y ojos altos,
esposa de, mi piel, gran trago de mi vida,
tus pechos locos crecen hacia mi dando saltos
de cierva concebida.
.
Ya me parece que eres un cristal delicado,
temo que te me rompas al más leve tropiezo,
y a reforzar tus venas con mi piel de soldado
fuera como el cerezo.
.
Espejo de mi carne, sustento de mis alas,
te doy vida en la muerte que me dan y no tomo.
Mujer, mujer, te quiero cercado por las balas,
ansiado por el plomo.
.
Sobre los ataúdes feroces en acecho,
sobre los mismos muertos sin remedio y sin fosa
te quiero, y te quisiera besar con todo el pecho
hasta en el polvo, esposa.
.
Cuando junto a los campos de combate te piensa
mi frente que no enfría ni aplaca tu figura,
te acercas hacia mi como una boca inmensa
de hambrienta dentadura.
.
Escríbeme a la lucha siénteme en la trinchera:
aquí con el fusil tu nombre evoco y fijo.
y defiendo tu vientre de pobre que me espera,
y defiendo tu hijo.
.
Nacerá nuestro hijo con el puño cerrado,
envuelto en un clamor de victoria y guitarras,
y dejaré a tu puerta mi vida de soldado
sin colmillos ni garras. ,
.
Es preciso matar para seguir viviendo.
Un día iré a la sombra de tu pelo lejano.
Y dormiré en la sábana de almidón y de estruendo
cosida por tu mano.
.
Tus piernas implacables al parto van derechas,
y tu implacable boca de labios indomables,
y ante mi soledad de explosiones y brechas,
recorres un camino de besos implacables.
.
Para el hijo será la paz que estoy forjando.
Y al fin en un océano de irremediables huesos
tu corazón y el mío naufragarán, quedando
una mujer y un hombre gastados por los besos.
Otros poemas de amor de Miguel Hernández |
Antonio
Gala: Si el aire
"Si el aire mueve la rama,
¿quién la podrá detener?
Bajo la quieta retama,
al atardecer,
tú dijiste: -si me amas,
yo te amaré.-
Ayer.
Hoy mueve el aire la rama,
¿quién la podrá detener?
Si el aire la mueve,
¿quién?
Poema romántico de Antonio Gala
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Octavio Paz:
Lámpara
Contra la noche sin cuerpo
se desgarra y se abraza
la pena sola.Negro pensar y encendida
semilla
pena de fuego amargo y agua dulce
la pena en guerra.
Claridad de latidos secretos
planta de talle transparente
vela la pena.
Calla en el día canta en la noche
habla conmigo y habla sola
alegre pena.
Ojos de sed pechos de sal
entra en mi cama y entra en mi sueño
amarga pena.
Bebe mi sangre la pena pájaro
puebla la espera mata la noche
la pena viva.
Sortija de la ausencia
girasol de la espera y amor en vela
torre de pena.
Contra la noche la sed y la ausencia
gran puñado de vida
fuente de pena. Poema
romántico de Octavio Paz
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